lunes, 11 de julio de 2016

Desmantelar el escenario ideológico neoliberal: Imperativo bolivariano

VENEZUELA

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El neoliberalismo es una corriente del pensamiento que sustenta el desarrollo del capitalismo internacional globalizador de nuestros días y marca el curso de los principales acontecimientos políticos y sociales del mundo, con nefastas consecuencias en los pueblos del tercer mundo.

La denominación “neoliberalismo” supone la existencia de un liberalismo anterior o viejo liberalismo que fue aquel que, a partir del tercer cuarto del siglo XVIII, sirvió a la burguesía europea para derrumbar las trabas que oponía el feudalismo a su desarrollo y a las posibilidades de acumulación.

Pero el liberalismo debe ser considerado un cuerpo doctrinario en lo económico, político y filosófico que, al decir del politólogo francés Jean Touchard, en su Historia de las ideas políticas, “abogaba como premisa principal, por el desarrollo de la libertad personal y, a partir de esta, por el progreso de la sociedad”. 

Crisis del capitalismo y crisis del liberalismo

El capitalismo mundial entra al Siglo XX de la mano del liberalismo, pero en 1929 experimenta la peor de las crisis que ha registrado hasta ahora: la Gran Depresión, originada por la debacle (“Crack”) del índice de la bolsa de Nueva York (Wall Street), debido a un súbito cambio en la corriente de inversiones en ese mercado bursátil, luego de fortísimas y sostenidas colocaciones desde principios de ese año. Muchos de esos capitales, alejándose de la volatilidad especulativa, repentinamente se reorientan hacia bienes tangibles, y generaron una reacción que trajo consigo la abismal caída de los indicadores. Esto condujo al colapso de empresas, cierre de bancos y al desempleo de millones de personas, en una situación que se extendió por todos los Estados Unidos, primero y luego por las economías europeas, muchas de ellas todavía debilitadas por los efectos de la I Guerra Mundial. Hasta ese entonces y en los cien años anteriores, el capitalismo venía rigiéndose de acuerdo con los principios clásicos de la teoría económica liberal que, entre otras cosas, sostenía que la economía en su desarrollo natural generaba nuevos mercados y, por esta vía, el logro del pleno empleo. La Gran Depresión evidenció la enorme la discordancia entre esos principios teóricos y realidad.

Keynes

Corresponde al economista inglés, John Maynard Keynes, proponer soluciones a esa crisis. Señaló que la economía ya no funcionaba de acuerdo con los principios clásicos y que había que buscar nuevas políticas. Sostuvo que las economías capitalistas no tendían natural ni necesariamente a la ampliación de mercados ni a la generación de pleno empleo, y que no se podía esperar que, sólo, el mercado actuara como dinamizador de estas. En esa perspectiva, plantea el concurso orientador del Estado, con sus inversiones, para reanimar las economías y reestablecer los niveles de demanda y crecimiento perdidos, tesis que dan resultados en los Estados Unidos y las economías europeas. Las políticas de Keynes que, por un lado permiten la progresiva recuperación del capitalismo, por otro, niegan la vigencia que hasta ese tiempo tuvieron los principios del liberalismo económico. Sus teorías acompañaran al capitalismo durante todo el desarrollo del Siglo XX.

De nuevo el planteamiento liberal

Para mediados de la década de los 70 del siglo pasado, el desarrollo de la economía capitalista ha alcanzado elevados niveles de acumulación y esos capitales dueños del mundo, abogan ahora por la abolición de todos los mecanismos proteccionistas que establecen los estados para preservar y regular sus economías y propugnan el “Estado mínimo”, el regreso de los gobiernos a sus responsabilidades de simples administradores, para dejar a la iniciativa privada y al mercado, el curso de los acontecimientos económicos. 

A partir de este período es cuando estas corrientes son bautizadas como “neoliberales” porque retoman, con agresivos retoques, los planteamientos liberales que el keynesianismo dejó mal parados. Ahora, los liberales de nuevo cuño reivindican todo el contenido ideológico y político que definió esa corriente y, casi como en revancha, demandan la privatización de las propiedades y servicios públicos. 

Este renacer del liberalismo o “neoliberalismo” encuentra en 1989, con la caída del Muro de Berlín, que en los hechos no es más que el símbolo del hundimiento de la experiencia socialista de Europa del Este, el momento más apropiado para plantear al mundo su pretensión hegemonista, también en el ámbito ideológico-político, propugnando “el fin de las ideologías”, el “fin de la historia”, que en adelante va a explicar la línea que lo acompañará en el plano de las ideas, en su cadena de tropelías por el mundo. De acuerdo con esta óptica, ya nada importan o valen las doctrinas políticas, lo que importa es el crecimiento económico y la administración “adecuada” de los bienes de la sociedad. El Estado no debe interferir en el desarrollo económico. Este debe quedar en manos de la iniciativa privada y del inefable mercado, ordenador supremo del curso de la actividad económica. Por esta misma vía se plantea, incluso, la desaparición de los ejércitos nacionales de nuestros países, una tesis neoliberal sostenida insistentemente, que apunta directo al corazón de nuestra soberanía y dignidad nacionales. 

Comienzan los efectos en Venezuela

Para ese tiempo en Venezuela comenzaba el segundo y neoliberal Gobierno de Carlos Andrés Pérez que llevó al país a la tragedia del “Caracazo”, al tratar de imponerle al país el paquete de medidas económicas que recetó el Fondo Monetario Internacional. Se privatiza la CANTV y al poco tiempo, con Caldera en el poder, SIDOR corre la misma suerte. Venezuela experimentaba ya en carne propia el significado del neoliberalismo económico. 

Las influencias neoliberales en la realidad venezolana han quedado expuestas en las últimas dos décadas. En lo económico, y sólo con ánimo ilustrador, con las tendencias privatizadoras de los bienes productivos del Estado: ténganse presentes los citados casos de CANTV, SIDOR y VIASA para apuntar tres bien concretos, y las frustradas pretensiones similares sobre PDVSA. En lo social, con la fuerte tendencia opositora al Estado Docente y a la educación pública, así como las presiones que todavía se ejercen para despojar al Estado del manejo de los fondos de pensiones y del control de la salud pública.

Pero es en el terreno político- ideológico donde está una de las manifestaciones más dañinas y perversas en la que el neoliberalismo ha involucrado a los venezolanos. 

Vacío teórico y manipulación psicológica

El neoliberalismo, que persigue la postración ideológica de nuestros pueblos, se maneja con una serie de fórmulas y manipulaciones psicológicas que, sustentadas en los poderosos sistemas de información que lo acompañan, provocan la abulia ideológica y un escenario que anula reflexión política, alentando el apego del hombre a la esfera de sus emociones más primarias, ámbito donde encuentra una inagotable gama de recursos de maniobra. 

Algunas de estas manipulaciones teórico-políticas neoliberales, son las siguientes:

• Vacío teórico absoluto. No plantea, ni siquiera, el individualismo (egoísmo) propio del liberalismo, o el tipo de democracia a la cual aspira, porque, sencillamente, eso no importa para sus fines económicos.
• Desprestigio e invalidación de la actividad política como rol sustantivo del hombre en sociedad.
• Desprestigio y negación de los partidos como instrumentos del quehacer político.
• Generación de confusión política, caos ideológico, para imponer, por la vía de la reiteración mediática, mentiras y estereotipos.
• El relativismo de los conceptos e ideas políticas. Nada es verdad. Todo es relativo. Poco importa la comprobación científica.
• El simplismo. Las ideas se manejan en el terreno más simple y superficial posibles, al extremo de desnaturalizarlas e invalidarlas.
• La emoción sustituye a la razón. Se induce a la masa por medio de la manipulación de las emociones. En consecuencia el análisis es abolido.
• Por esta misma vía todo concepto o categoría política es suprimido.
• El debate de las ideas es eludido y sustituido por la manipulación de imágenes y estereotipos.
• El objetivo es mantener a la masa desorientada, pero activada emocionalmente.
• Por esta vía, el adversario- en nuestro caso todo defensor del proceso bolivariano- queda confinado ideológica y políticamente, en un escenario que imposibilita el debate.

Presencia político ideológica del neoliberalismo en Venezuela.

En el plano ideológico político, el neoliberalismo ha hecho espacio en Venezuela, porque desde que se propone acentuar sus pretensiones económicas, a mediados de la década de los ochenta, encuentra condiciones favorables: por un lado, ciertas corrientes de la socialdemocracia internacional y de la internacional socialcristiana ya respaldan abiertamente las tesis neoliberales y, por otro, el andamiaje político del país está descalabrado. Acción Democrática y COPEI, se han descompuesto ideológica y políticamente. Han abandonado doctrinas y principios, constituyéndose en verdaderas bandas de oportunistas. Este elemento va a marcar el ambiente político nacional hasta nuestros días. Los grandes partidos de la vieja democracia representativa, se conducen con la brújula de los intereses personales y grupales. Por su parte, las agrupaciones de izquierda, en general, se encuentran, para ese entonces, de regreso de su fracasada participación en la perspectiva de “ profundizar la democracia representativa”, en el cuadro político de las últimas dos décadas de IV República.

Así pues, el simplismo, la superficialidad, el desapego a principios y doctrinas, y el desprestigio de la actividad política y de los partidos, que son objetivos del neoliberalismo, están servidos en su mesa.

El triunfo de Chávez en las elecciones de 1998 confirma esta situación patética de los partidos políticos venezolanos de los últimos 40 años. Así las cosas, una vez conocidas las definiciones del nuevo Gobierno bolivariano, el neoliberalismo acentúa su presión ideológica y política.
El escenario que debemos desmantelar

Para finales de la década de los 90, el neoliberalismo ha logrado montar y legitimar un favorable escenario político ideológico, caracterizado por los elementos señalados líneas arriba, y ha conseguido que los factores políticos bolivarianos: gobierno, partidos, líderes fundamentales, caigan en el terreno que ha propuesto. Los objetivos están claros: deslegitimar al presidente y al nuevo gobierno, silenciar sus logros, exacerbar a un sector de la población (clases media y alta) y, de acuerdo con los sectores militares más reaccionarios y atrasados, derrocar al Gobierno.
Con ese esquema avanzó el 11 de Abril de 2002 y en el paro económico-petrolero insurreccional de Diciembre del mismo año.

El Gobierno bolivariano y las agrupaciones políticas que lo respaldan, no se enfrentan hoy a corrientes ideológicas definidas, sino al oportunismo concertado (Coordinadora Democrática), que organizan y dirigen las tendencias políticas neoliberales, impulsadas por la poderosa maquinaria mediática de la oligarquía, que se ha constituido en el agente motorizador de esa línea. Los defensores del Proyecto Bolivariano, casi sin advertirlo, concurrimos a una confrontación ideológica en un terreno absolutamente inconveniente.
Porque hemos denunciado y enfrentado las manifestaciones económicas del neoliberalismo, incluso, constitucionalmente. El país ha dicho no a la privatización de PDVSA, no a la eliminación del Estado docente y a la privatización de la salud, pero no hemos advertido la sutil trampa ideológico-política que nos han montado, cuyos rasgos definitorios son más difíciles de detectar.

Pruebas concretas

Una prueba concreta de la vigencia de este escenario político neoliberal, es que la Constitución Bolivariana supera todos los presupuestos democráticos que alguna vez tuvieron Acción Democrática y COPEI. El Proyecto Bolivariano, prácticamente, los ha dejado en la calle. No obstante, desde estas agrupaciones políticas que no tienen nada que ofrecer y otros escenarios opositores, nos demandan democracia y libertad. Sólo esgrimen consignas: “Chávez no”, “Que se vaya”, “Elecciones ya” y ejercen presión, desarrollando chantajes y posiciones políticas de fuerza. Ante esto los partidos que respaldan el proceso bolivariano no han sido capaces de fundamentar la discusión teórica e ideológica, y de evidenciar la confusión y pobreza teórica de la oposición. No hemos sido capaces, tampoco, de plantear y de proyectar toda la riqueza democrática de la Constitución Bolivariana. Todo esfuerzo en ese sentido ha sido manipulado y desvirtuado. La confusión de criterios, en medio de las campañas mediáticas de la oposición, y nuestro escaso rigor teórico, consuman el fracaso. El debate de las ideas es negado por el adversario, deliberadamente, y nosotros, hasta ahora, así lo hemos aceptado.
Factores neoliberales:

Esta línea de acción neoliberal es apoyada y desarrollada en el país por todos los partidos y organizaciones agrupadas en la llamada Coordinadora Democrática, pero parece tener en Primero Justicia y Proyecto Venezuela, ambos de no muy remota filiación socialcristiana, sus principales abanderados, junto a algunas organizaciones de la llamada “sociedad civil”, como “Queremos elegir”. El resto de la oposición, incluyendo aquellos grandes partidos venidos a menos, inadvertidamente e incapaces de levantarse sobre sus propias doctrinas, le hacen el juego a esta tendencia, sin percatarse de que con ello cavan su propia tumba.
Al rescate de las ideas

Rescatar el debate de las ideas, la confrontación de principios, doctrinas y reflexiones sobre la realidad democrática nacional, y el futuro de América Latina y el mundo es el imperativo ideológico-político central de los revolucionarios presentes en los distintos factores políticos que respaldan al Gobierno.

Esta es la única manera de quitarle la careta al neoliberalismo político-ideológico, por un lado, legitimar el valor democrático del proceso bolivariano, rescatar de la confusión a millones de venezolanos manipulados por el simplismo y las propuestas emocionales que les imponen y, algo muy importante, hallar respuestas a muchos de los problemas y desafíos que este proceso inédito tiene por delante.

Para este objetivo es preciso desarrollar varias acciones, entre las cuales proponemos:
1. Denunciar la existencia de este escenario político-ideológico establecido por el neoliberalismo y sus factores partidistas.
2. Llevar esta discusión al seno del pueblo.
3. Iniciar nuestra ofensiva retando a la socialdemocracia, a la democracia cristiana y a los liberales de toda laya, a debatir sus alternativas para Venezuela.
4. Invitar a los partidos que respaldan el Proceso Bolivariano a procurar este debate.
5. Llevar esta polémica al plano internacional demandando de la internacional socialista y de la democracia internacional definiciones sobre Venezuela, las pretensiones hegemónicas de EE.UU. y el futuro dela humanidad.
6. Enaltecer y reivindicar, con el ejemplo, la actividad política como la más noble del hombre en sociedad.
7. Desenmascarar y denunciar a todos esos partidos políticos de la oposición, que han nacido sin domicilio ideológico, sin partida de nacimiento, como: Primero Justicia, Proyecto Venezuela, Bravo Pueblo, Unión y otros, exigiéndoles definiciones, principios y doctrinas.
8. Explicar lo que persigue el neoliberalismo con este escenario ideológico y político.


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